viernes, 13 de marzo de 2009

Guanacastidad

Mi familia y yo vivimos desde hace un año, en un pueblito guanacasteco. Nosotros, josefinos de pura cepa, vivimos en un eterno proceso de aprendizaje sobre la guanacastidad, (ahora sé que ésa palabra existe, por lo menos aquí la usan).
Guanacaste es diferente en muchos sentidos. Por ejemplo cuando un anciano se sube a un autobús en la ciudad, esperamos pacientemente que algún caballero ( ojala joven!) le ceda el lugar, cosa que no siempre sucede. Aquí las cosas se desarrollan de forma muy diferente, al subirse un anciano al autobús alguien grita (generalmente una señora o el chofer):- Preferenciales! Preferenciales!- Los preferenciales son los 5 primeros asientos del bus, inmediatamente la persona (hombre, mujer o niño) en el preferencial mas cercano al señor, le cede el asiento. Mas o menos esa es la actitud del guanacasteco a su cultura le da un trato preferencial. Se enorgullece de sus costumbres y lo que es mas importante las disfruta.
Me gusta Guanacaste (la mayoría de las veces), como josefina tengo mucho que aprenderle.

Exámenes

Mi primera hija presento sus primeros exámenes en primer grado. No hay problema! Mi hija es bastante inteligente, sabe todo lo que una niña de 6 años y diez meses, puede saber y hasta más… yo no podría estar tan cegada, o sí?, si parezco loca siquiera preguntármelo.

Cuándo se acercaban los exámenes, le hice varias preguntas y parecía saberse toda la materia, mas bien le parecía molesto que le hiciera preguntas tan fáciles, y me decía, uy mami como no voy a saber eso! Tal como yo me lo imaginaba esos exámenes eran muy fáciles para ella. Buen trabajo mamá.

Entonces empecé a pensar que se podía sentir nerviosa, que tal si se bloquea, o si no escucha las instrucciones, eso no era una opción, decidí prepararla, enseñándole desde como inhalar por la nariz y exhalar por la boca, para controlar la ansiedad, hasta acostarse media hora temprano y desayunar liviano para un cuerpo equilibrado, todo estaba preparado. La mayor parte del tiempo mi niña parecía confundida pensando en la razón exacta por la cual había probabilidades de ponerse ansiosa y sentirse desequilibrada. Pero generalmente me prestaba atención durante al mínimo 5 minutos antes de preguntarme con dulzura si podía ir a ver tele.

Finalmente llegó el día, y el otro, y el otro… 5 exámenes, cinco días. Yo no paraba de preguntarle cómo le había ido y ella no dejaba de mostrarse perturbadoramente tranquila.

El día de la entrega de exámenes llegó, ese día saldría de una gran duda; era mi hija un genio académico o tendría que conformarme con que tuviera otras grandes cualidades. Lo que concluí finalmente es que ella no es todavía ninguna de las dos, creo que ella es simplemente un ángel de quietud y paz, que con la misma tranquilidad de siempre esperó que llegáramos a casa para poner en mi regazo un 84, un 94, y tres relucientes 100, que guardaré para siempre en mi memoria.